Parto prematuro: La historia de una madre sobre el miedo, la esperanza y cómo encontrar apoyo
Parto prematuro: La historia de una madre sobre el miedo, la esperanza y cómo encontrar apoyo
Para cada padre que ha conocido a su bebé antes de lo esperado y para cada corazón que aún aprende a respirar de nuevo.
Cuando conoces a tu bebé antes de estar lista
Como la mayoría de las futuras madres, imaginaba mi embarazo en tonos suaves, lleno de calma y luz, y que terminaría tal como lo había soñado: lágrimas de alegría, un pequeño cuerpo acurrucado contra mí, el aroma embriagador de la piel de un recién nacido y los primeros momentos preciosos de nuestra vida juntos.
Pero el destino no siempre llama antes de entrar. A veces irrumpe, reordenando todos los planes cuidadosamente trazados.
Mi hija decidió llegar en la semana 31 de gestación.
Salimos del hospital con los brazos vacíos — sin el pequeño bulto que todos los demás padres llevaban cerca de su corazón. En mis manos solo tenía mi bolso del hospital y un sacaleches. En el pecho, únicamente vacío, miedo y una oración silenciosa para la que no encontraba palabras.

Su lugar no estaba en mis brazos, sino en la unidad de cuidados intensivos neonatales — rodeada de máquinas que mantenían su vida, junto a otros pequeños guerreros que también habían llegado demasiado pronto.
En esa sala no solo nacían bebés — se libraban batallas. Y nosotros estábamos en una.
El dolor de no poder abrazar a tu hijo cuando más necesitas sentirlo vivo no se puede explicar. Se vive. Los minutos se vuelven eternos, cargados de miedo y culpa — y, aun así, de esperanza. Ese cuerpo frágil detrás de la incubadora se convierte en todo tu mundo. Y lo único que puedes hacer es esperar… y rezar.
El camino después del alta no se parece en nada a las imágenes de las revistas para padres.
No está lleno de globos, paseos por el parque y las primeras fotos en familia. Está lleno de preguntas.
Incontables preguntas.
¿Debo llevarla al neurólogo? ¿Qué terapias son adecuadas? ¿Cómo alimentarla? ¿Debo vacunarla? ¿Cuándo? ¿Cómo?
Internet es un mar de opiniones, y tú tienes que navegarlo sola. Sí, en tu casa hay un bebé — pero en tu corazón hay un océano de incertidumbre.
El parto prematuro no es solo un término médico.
Es una experiencia que te transforma por dentro.
En aquellos meses comprendí cuánto necesitaba un lugar para encontrar a otros como yo. Para llorar sin ser juzgada. Para reír sin culpa. Para hacer preguntas sin vergüenza. Para compartir mis miedos sin que me dijeran qué hacer — sino solo para ser escuchada.
Pasaron los años. Mi hija creció y se convirtió en un alma valiente y luminosa. Pero las cicatrices de aquellos días tempranos siguen siendo profundas, aunque invisibles. Y aún resuenan cuando lo recuerdo.
Cuando has pasado por un parto prematuro, la idea de tener otro hijo no es solo una nueva ilusión — puede ser un nuevo miedo.
Entonces, ocurrió. Estaba embarazada otra vez.
Lo primero que sentí no fue alegría, sino pánico.
«¡No! ¡No puedo pasar por esto otra vez!»
El miedo me paralizó. La rabia apareció. La vergüenza susurraba que debería haberme “cuidado mejor”. Los meses siguientes estuvieron llenos de controles médicos, terapias, análisis y una ansiedad constante. Pero esta vez había algo distinto: la certeza tranquila de que ya no era la mujer que salió del hospital con los brazos vacíos.
Había crecido.
Y estaba lista para tender la mano a quienes recorren ese mismo camino incierto.
Hoy soy psicóloga. Y sé que no hay encuentro más sagrado que este: estar frente a una madre asustada o un padre abatido y poder decirle:
«Te entiendo. No estás sola. Podemos atravesar esto juntos.»
Si estás leyendo estas palabras y tu corazón se encoge porque reconoces tu propia historia…
Si todavía no te has perdonado…
Si cada preocupación por tu hijo viene acompañada de una ola de culpa o un nudo de miedo…
Si a veces te preguntas si eres “suficientemente buena” porque tu comienzo no fue el que imaginaste…
Ven.
Mi puerta está abierta. Y aquí encontrarás no solo a una terapeuta, sino a alguien que ha estado exactamente donde tú estás ahora.
Con amor y comprensión,
Petya Bankova
Psicóloga y madre de un bebé prematuro
P.D. Y aquí está ella — mi pequeña guerrera, ya crecida.




Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!